Yo respondo con esta anécdota que me ocurrió: Un día de esos, viernes cultural por más señas, en donde las hormonas se alborotan después de pegarnos unas polas o frías como decimos nosotros los caribeños, corrí con mi pareja a un motel. La luna llena, al igual que a los hombres lobos, parecía incitar más mis emociones. Ella, que no se quedaba atrás, era una ninfómana anónima, lo vine a saber mucho tiempo después de casado, cuando, acostado a su lado un día, dándole la espalda por alguna discusión fuerte que habíamos tenido, casi todas por tonterías, ella me dio un codazo y con voz militar, mirándome fijamente, como pelotón de fusilamiento apuntando a su víctima, me dijo: "Peleamos allá afuera, pero aquí en la cama no hemos peleado", y después de este ultimátum, como perro fiel regañado por su amo, me toco acceder a sus pretensiones.
Fueron tres, sin sacarla, eso será otra historia que más adelante les contare, así como lo oyen, para poder dejarla medio satisfecha y yo pudiera dormir; pero sigamos con el cuento que se me hace tarde; los dos ya prendidos y con la hoguera pidiendo más leña, nos enfrascamos, después de pagar por dos horas de celda de aislamiento en aquel hospital para enfermos de sexo, así parecía este sitio de alquiler, en una lucha desigual en donde mi persona era el que hacia todo el gasto físico y mi concubina solo atinaba a gritar: "dale, dale, dale papi dale".
Estando en esos ajetreos, sentí su mano que acaricio mis nalgas, me pareció normal en ese momento, por lo cual, no le preste atención; disfrutaba en el frente de batalla, dándolo todo a brazo partido, estando en estas, sentí que su dedo tocaba las puertas de mi retaguardia y ahí sí, presintiendo su intención, como el enemigo al acecho, que toma impulso para atacar, detuve la batalla, parando toda la fiesta de carnaval y emociones, y con voz agitada y presurosa le dije: "Epaaa..., pa'donde crees que vas?. Ella sin más explicaciones me contó: "Tus amigos me dijeron que a ti cuando hacías el amor, gustabas que te calzaran por detrás con el dedo, por eso quise complacerte", la mentada de madre que les di, aun recuerdo sus carcajadas cuando les narre lo ocurrido, aun retumba en la habitación. Luego de explicarle que mis amigos le habían mamado gallo, y que esos no eran mis gustos, en palabras que no les cuento por lo inerrables que fueron, le pedí que antes de hacer algo raro nuevamente, como eso, me avisara.
Casi que pierde la virginidad ese día mi trasero, aunque sé que tarde o temprano, el examen prostático señalará su suerte.
No sé, pero yo me crié que por esos linderos, las cosas solo salen y no entran, esos son mis gustos. Allá los neófitos en estas materias, cada quien, con sus caprichos, gustos y deseos, siempre para mi, serán muy respetables, aunque, como decía mi abuelo: "Nunca debemos decir, De esta agua no beberé".
Respuesta a una pregunta en Discusiones-SEXO
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